Con el verano, llega el momento de quitarse un poco de ropa y de enfrentarnos a nuestro cuerpo, que durante el invierno podemos ‘tapar’ con ropa.
Y de repente… ¡Sorpresa! …Aparece ante nosotros y ante el espejo, todo lo que hemos engordado. Y decimos ¡Oh, no! ¿Y ahora que hago?
En esta situación, es cuando entramos en pánico, y buscamos darle una solución lo más rápida posible… Y es por ello, por nuestra necesidad imperiosa que llega a ser incluso intranquilizante, que surgen las famosas dietas milagro.
Buscamos adelgazar YA. Rápido. De forma inminente.
Y entonces es cuando nos olvidamos de nuestra salud, la física, pero también la mental, que nos machaca cada día: tienes que adelgazar, tienes que adelgazar, no llegas a verano, no pueden verte así, etc.
Pero ¿qué es una dieta milagro?
Las conocidas “dietas milagro” son esos métodos de adelgazamiento que te proponen resultados espectaculares en muy poco tiempo ¡y sin pasar hambre!
Usan frases publicitarias baratas, asegurando que en pocas semanas tu cuerpo será otro. Garantizan además que no necesitarás esfuerzo, o que no pasarás hambre. Incluso, en ocasiones, este tipo de dietas te proponen la compra de algún producto específico que, por supuesto, solo ellos venden.
Normalmente, son dietas muy restrictivas en las que, generalmente, se ingiere muy poco alimento y eso produce que la disminución del peso sea más que evidente. Además, suelen incluir la prohibición de ingerir hidratos de carbono, los cuales están presentes en alimentos que son esenciales para nuestra salud.
Pero entonces ¿por qué digo que estoy a favor de estas dietas? ¿Es que hay algo que ha cambiado?
En realidad, no.
Digo que estoy a favor, porque después de muchos años explicando cómo debe alimentarse la gente, he visto que puede ser un buen punto y a parte en la nutrición de alguien si se cumplen los siguientes casos:
1. Es provisional:
Mantener los hábitos que plantean las ‘dietas milagro’ es insostenible en el tiempo, por lo que es necesario limitarlas en el tiempo, como una excusa para cambiar los hábitos de nutrición.
2. Si somos conscientes de que no es la mejor opción:
Debemos asumir que solo debe ser algo temporal, y a partir de ahí, establecer nuevas formas de alimentarnos. De lo contrario, una reducción de ingesta de carbohidratos) severa pone en riesgo nuestra salud.
3. Tiene que servirnos para que suponga un punto de partida, y nunca un punto retorno
Porque sino, conoceremos ese efecto ‘’yo-yo’’ de manera perpetua: y es que se ha demostrado que una dieta adecuada acompañada del ejercicio necesario y supervisado de forma adecuada favorece la pérdida de peso y su mantenimiento en el medio-largo plazo.
En conclusión y de manera definitiva, por supuesto que NO a las dietas milagro y a cualquier dieta, plan nutricional o acción alimentaria que prometa resultados a corto plazo de manera milagrosa.
Invertir en tu cuerpo es una inversión segura, que te da una rentabilidad de hasta el 100%.
Y será mayor o menor en función de la implicación: Con una buena actitud, vamos a obtener resultados. Así te lo cuento a través de mi MÉTODO A.T.O.P.E ¿Todavía no lo conoces?
Y es que, a poco que nos impliquemos, saldremos ganando, sobre todo mirando al medio y largo plazo. Y sin nos implicamos mucho, aún más.
Si de verdad queremos mejorar, tenemos que sacar esa capacidad de esfuerzo tan admirable que tenemos y mostrarnos a nosotros mismos que podemos, paso a paso, conseguir cualquier objetivo propuesto.
Mejor unas pautas de alimentación saludables, siempre con el objetivo de aprender.
Sin lugar a dudas, ‘’sin prisa, pero sin pausa’’
¿Quieres que te ayude a alcanzar tus objetivos? ¡Contáctame!